EL
FINAL DEL AÑO
Arq.
Abel Colorado Sáinz
Cada fin de año, es
inevitable hacer un alto en el camino y poner en una balanza los aspectos
positivos y negativos que nos marcaron la pauta en el transcurso de los 365
días. No cabe duda que la proximidad de esta fecha invita a la reflexión, al
repaso, al recuento, si no fuera así, ¿Cómo podrían hacerse nuevos propósitos?,
¿Cómo empezar con ánimos renovados, con esperanza y entusiasmo?, el examen
sincero, la reflexión profunda, pero sobre todo, la capacidad para reconocer
los errores cometidos hará posible que podamos encontrar nuevas estrategias
para el logro de las metas que aún tenemos pendientes.
El abrir un espacio de
tiempo y detenernos con calma para
voltear hacia atrás, nos permite también evaluar los logros, para verificar de
acuerdo con los propósitos del pasado año, si pudimos, si supimos o si quisimos
ser perseverantes; habrá que analizar cómo decidimos enfrentar cada uno de los
problemas que se nos presentaron.
El 2014 nos brinda la
oportunidad de un nuevo intento, se convierte en un reto más y tiene que ser
como una nueva aventura que hay que emprenderla con ánimo y optimismo, pero
sobre todo con esperanza y con la seguridad de que muchas cosas buenas nos
esperan.
Todas estas acciones se
enriquecen al sentarnos a la mesa con el acompañamiento y la solidaridad de la
familia, es entonces cuando los abrazos de felicitación pueden llegar incluso a
limar asperezas, surge también el pretexto que a veces, tercamente, se necesita
para reiniciar una conversación que llevaba tiempo silenciosa y causando daños.
A las doce horas del 31 de diciembre, el llanto que denota tristeza, las risas
de alegría y los buenos deseos son el mejor bálsamo para la reconciliación y el
acercamiento, para la paz y el amor.
No debemos olvidar que esa
noche en México y en el mundo entero muchas
personas estarán solas, necesitadas y enfermas, padeciendo dolor, angustia y
desesperación, también estamos ciertos que en estos casos las palabras no sirven
de consuelo, por ello, apartémonos un momento de nuestro festejo y encendamos
una vela por todos y cada uno de quienes sufren una pena o un desamparo. Que haya una luz que nos recuerde
que hay alguien que en verdad la está pasando mal.
Y al final, no nos quedemos
con las ganas de abrazarnos, de llorar, de extrañar a los que nos faltan, de
gritar que nos queremos, no nos quedemos con las ganas de que nos crezca el
corazón, porque de pronto sentimos que nos queda pequeño… Muchas felicidades a
los amables lectores, que la ilusión de este comienzo del nuevo año la vivan como
una realidad plena, regalémonos la posibilidad de soñar y vibrar con los
caminos inagotables que existen en el alma de cada uno de nosotros.











