jueves, 19 de diciembre de 2013

LA ALEGRÍA DE VIVIR


LA ALEGRÍA DE VIVIR

Arq. Abel Colorado Sáinz

La llegada de la navidad, el año que termina y el inicio de un nuevo ciclo propicia en cada uno de nosotros sentimientos de paz, amistad, amor y solidaridad. Este último mes del año es especial porque se llena de buenos deseos, nos invade el entusiasmo, intentamos dejar atrás las penas y los desconsuelos,  la alegría y el buen humor se convierten en factores esenciales para la convivencia.

Todo gira alrededor de los nuevos propósitos, el afecto y el cariño emergen y suben hasta los primeros planos, y ahí es donde aparece la consabida acción de “dar” y “recibir”. Se desata entonces una verdadera psicosis por comprar, comprar y comprar, de repente sucede que lo más importante es gastar para regalar, la orden es consumir… y vaya que consumimos.

Ante el fuerte acoso de la mercadotecnia, nos olvidamos por completo que tenemos a nuestra disposición una serie de regalos gratuitos que no se adquieren con dinero, pero que no nos fijamos en ellos porque nos hemos acostumbrado a verlos de manera cotidiana y para muchos pasan desapercibidos a pesar de estar tan cerca. Me refiero al oxígeno que respiramos para purificar la sangre, la energía como el calor y la luz del sol, el sueño que repara nuestras fuerzas, contemplar amaneceres y extasiarse con los atardeceres, admirar la inmensidad del mar, la belleza de los volcanes con sus vistas majestuosas en los días soleados, deleitarnos con el perfume de las flores, ver crecer una planta que sembramos, gozar el azul del cielo, el verdor de las montañas y los bosques, la policromía de los jardines, escuchar el sonido de la lluvia sobre los tejados y sobre el patio de la casa, el caudal del río que lleva el agua a su destino, el canto armonioso de los pájaros, las nubes que flotan y se mueven silenciosamente con sus caprichosas formas como si fueran algodones, admirar las diferentes fases de la luna y el centellear de las estrellas formando las constelaciones en el inmenso espacio sideral.

A todo esto hay que añadir la vida y la salud de nuestro cuerpo, las potencias físicas para poder caminar, gritar, correr, saltar y escalar, y para cerrar con broche de oro este paquete de regalos sin costo, debemos dar gracias a Dios  por  obsequiarnos las facultades de saber pensar, hablar, cantar, trabajar, reír y amar.

Para poner al servicio nuestro estos bienes, el creador también nos ha dado la libertad, la voluntad, el temperamento y muchas cualidades especiales para conducirnos ordenadamente y alcanzar los satisfactores que verdaderamente alimentan el alma.  ¿Acaso  no es todo esto una demostración objetiva que debe producir en nosotros la alegría de vivir?, el universo entero no nos ha costado ni un centavo.  Por ello, hoy tenemos un motivo suficiente para  agradecer los años que se nos han concedido vivir y tener una familia. Es un buen momento para hacer un alto en el camino, aprendamos a observar en lugar de sólo mirar, dejemos atrás la envidia y el encono, abracemos al amigo, digámosle a nuestros padres, hijos y hermanos cuánto los amamos…

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