LA ALEGRÍA DE VIVIR
Arq. Abel Colorado Sáinz
La
llegada de la navidad, el año que termina y el inicio de un nuevo ciclo
propicia en cada uno de nosotros sentimientos de paz, amistad, amor y
solidaridad. Este último mes del año es especial porque se llena de buenos
deseos, nos invade el entusiasmo, intentamos dejar atrás las penas y los
desconsuelos, la alegría y el buen humor
se convierten en factores esenciales para la convivencia.
Todo
gira alrededor de los nuevos propósitos, el afecto y el cariño emergen y suben
hasta los primeros planos, y ahí es donde aparece la consabida acción de “dar”
y “recibir”. Se desata entonces una verdadera psicosis por comprar, comprar y
comprar, de repente sucede que lo más importante es gastar para regalar, la
orden es consumir… y vaya que consumimos.
Ante
el fuerte acoso de la mercadotecnia, nos olvidamos por completo que tenemos a
nuestra disposición una serie de regalos gratuitos que no se adquieren con
dinero, pero que no nos fijamos en ellos porque nos hemos acostumbrado a verlos
de manera cotidiana y para muchos pasan desapercibidos a pesar de estar tan
cerca. Me refiero al oxígeno que respiramos para purificar la sangre, la
energía como el calor y la luz del sol, el sueño que repara nuestras fuerzas,
contemplar amaneceres y extasiarse con los atardeceres, admirar la inmensidad
del mar, la belleza de los volcanes con sus vistas majestuosas en los días
soleados, deleitarnos con el perfume de las flores, ver crecer una planta que
sembramos, gozar el azul del cielo, el verdor de las montañas y los bosques, la
policromía de los jardines, escuchar el sonido de la lluvia sobre los tejados y
sobre el patio de la casa, el caudal del río que lleva el agua a su destino, el
canto armonioso de los pájaros, las nubes que flotan y se mueven silenciosamente
con sus caprichosas formas como si fueran algodones, admirar las diferentes
fases de la luna y el centellear de las estrellas formando las constelaciones
en el inmenso espacio sideral.
A
todo esto hay que añadir la vida y la salud de nuestro cuerpo, las potencias
físicas para poder caminar, gritar, correr, saltar y escalar, y para cerrar con
broche de oro este paquete de regalos sin costo, debemos dar gracias a
Dios por
obsequiarnos las facultades de saber pensar, hablar, cantar, trabajar,
reír y amar.
Para
poner al servicio nuestro estos bienes, el creador también nos ha dado la
libertad, la voluntad, el temperamento y muchas cualidades especiales para
conducirnos ordenadamente y alcanzar los satisfactores que verdaderamente
alimentan el alma. ¿Acaso no es todo esto una demostración objetiva que
debe producir en nosotros la alegría de vivir?, el universo entero no nos ha
costado ni un centavo. Por ello, hoy
tenemos un motivo suficiente para
agradecer los años que se nos han concedido vivir y tener una familia.
Es un buen momento para hacer un alto en el camino, aprendamos a observar en
lugar de sólo mirar, dejemos atrás la envidia y el encono, abracemos al amigo,
digámosle a nuestros padres, hijos y hermanos cuánto los amamos…

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