LOS
GRANDES MOMENTOS DE LA VIDA
Arq.
Abel Colorado Sáinz.
No
cabe duda que el destino nos tiene preparadas infinidad de sorpresas que
conforme vamos avanzando en nuestro diario camino se convierten en vivencias
que nos marcan y nos dejan huellas para siempre. De tal manera que nos
acostumbramos a convivir con tristezas,
alegrías, desalientos, júbilo, melancolía, miedos, corajes, sentimientos y
preocupaciones de todo tipo.
Una
manera de sacarle provecho a estas experiencias es compartirlas con la familia
y con los amigos, de ahí surge el presente comentario que hoy me ocupa. Hace
unos días, recibí la llamada del novio de mi hija mayor, un joven
profesionista, trabajador y buen muchacho, pedía audiencia para platicar con
los suegros ya que tenía algo muy importante que confiarnos. De momento,
pensamos que algo malo ocurría y que tal vez necesitaba apoyo o ayuda. Sin
embargo, grande fue nuestra sorpresa cuando vimos que se armaba de valor y
entre nervios y más nervios nos expresó que el motivo del encuentro era para
comunicarnos que había llegado el momento de pedir la mano de nuestra hija.
Cabe decir que para nosotros como padres, después de un afortunado noviazgo de
casi cinco años fue una excelente noticia.
La
amena entrevista ameritaba un comentario alentador, le platiqué que todos los seres humanos en la
vida nos vamos encontrando con momentos buenos y malos, que en mi caso, siempre llevaba conmigo una
canasta imaginaria en la cual iba depositando cada uno de los grandes momentos
de mi vida, y le puse varios ejemplos: 1.- Cuando aprobé mi examen de admisión
en la universidad, ya que en esos tiempos no era fácil el ingreso a la UNAM.
2.- Cuando presenté mi examen
profesional y el jurado me tomó la protesta … y no recuerdo nada de aquel
protocolo porque se me vinieron encima
todos los recuerdos de penurias y
sacrificios que tuvieron que pasar para alcanzar esa meta. 3.- Cuando decidí
unirme en matrimonio, porque llegaba a una etapa de la vida donde era necesario formar una familia en el
amor, con la compañía de alguien y que debía ser para siempre. 4.- Cuando
fueron naciendo cada uno de mis tres hijos, porque nada se compara a tener
entre las manos a un ser que lleva tu sangre y que será la luz principal del
resto de tu camino.
Alcancé
a decirle que ahora mismo en mi canasta estaba siendo depositado el gran
momento que él había propiciado con su inesperada, “valiente” y sorpresiva
decisión y que a partir de ahora lo invitaba a que revisara su paso por la vida
y empezara a llenar su propia canasta de momentos inolvidables.
Me
animé a compartir con los lectores esta vivencia porque creo conveniente que
los padres debemos sentarnos a conversar con los hijos, sean chicos o grandes,
tratemos de estar al pendiente de ellos aunque no les parezca, para nosotros
siempre van a ser niños. No dejemos de transmitirles nuestras experiencias,
buenas o malas todas enseñan y los van nutriendo y formando. Vale la pena que
investiguemos y nos enteremos cómo se encuentra actualmente su canasta y
cuántos buenos momentos llevan almacenados en ella.
Involucrémonos
más en la familia y olvidemos al menos por un rato las muchas noticias que a
diario nos llenan de preocupaciones, temores y desesperanza, como la creciente
inseguridad, los pleitos por las
reformas del gobierno, los aguinaldos escandalosos de los altos funcionarios,
la nueva escalada de precios y los altos índices de pobreza y desigualdad
social.
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