EJERCITANDO LA MEMORIA.
Arq. Abel Colorado Sáinz.
Seguramente a usted le ha pasado que alguien se le acerque y con una expresión amigable le salude y le pregunte… ¿Cómo estás fulanito?, o ¿Cómo está licenciado?, y de momento, ante la sorpresa del encuentro uno no logra identificar a la persona, a pesar del intento de “escanear” la imagen y poner a trabajar la memoria a todo lo que da. Por pena, decidimos no preguntarle quien es y continuamos el diálogo haciéndole creer que ya lo recordamos y para que no haya duda sin querer queriendo ponemos en marcha una falsa actuación contestando a la plática con la misma cordialidad mientras por dentro seguimos tratando de dar con la identidad del “amigo”.
Muchas veces, cuando la entrevista se prolonga, van apareciendo vivencias o remembranzas que poco a poco nos abren el camino para reconocer a la persona con quien hablamos, incluso, cuando eso sucede, sentimos confianza y acertamos mejor en las respuestas, nuestro semblante cambia y nos expresamos con serenidad y aplomo, quedando atrás el titubeo y la sorpresa.
En una ocasión, de vacaciones por Cancún con la familia, en un centro comercial donde lo que menos se imagina uno es encontrarse con conocidos, de repente se me acercó una persona muy sonriente y amable, iba acompañado con sus dos hijos pequeños y su esposa, me saludó y me dijo que le daba mucho gusto verme, y experimenté justo lo que acabo de reseñar al inicio; platicamos de lo que andábamos haciendo por allá, de las visitas a la playa, del calor, de las artesanías, de los hijos, etc., pero no tuve oportunidad de identificarlo y por la pena de preguntarle, mi plática se centró más en cosas triviales y comunes.
Después de una cordial y amena entrevista que duró algunos minutos, al despedirnos, mi esposa y mis hijos preguntaron que quien era, y la respuesta fue: No lo sé, no me acuerdo, no doy. Hay papá, ¿Porqué no le preguntaste quien era? - Por pena- . Hasta la fecha sigo siendo presa de burla por parte de mis hijos y se me quedó grabado ese encuentro inesperado para siempre.
Al estar leyendo estas breves líneas, seguramente usted estará recordando alguna anécdota relacionada con el presente tema, y estará de acuerdo conmigo que para evitar malos ratos o pasar una vergüenza, es recomendable que al abordar a un amigo al cual tenemos tiempo de no verlo, primero nos identifiquemos y si es posible le recordemos algún pasaje o momento compartido, esto con el fin de que pueda reconocernos rápidamente, de lo contrario, estaremos en posibilidades de quedar como desconocidos. También habrá personas que sin ninguna pena se atrevan a cuestionar directamente y de frente al amigo saludador … “Perdón, ¿Quién eres?, no me acuerdo de ti”.
Mientras tanto, más nos conviene mantenernos siempre atentos, ejercitemos la memoria, resolvamos crucigramas, juguemos ajedrez, dominó, damas chinas, lo que sea, pero evitemos a toda costa el tedio, la flojera y el sedentarismo.
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