sábado, 28 de diciembre de 2013

EL FINAL DEL AÑO


EL FINAL DEL AÑO

Arq. Abel Colorado Sáinz

 
Cada fin de año, es inevitable hacer un alto en el camino y poner en una balanza los aspectos positivos y negativos que nos marcaron la pauta en el transcurso de los 365 días. No cabe duda que la proximidad de esta fecha invita a la reflexión, al repaso, al recuento, si no fuera así, ¿Cómo podrían hacerse nuevos propósitos?, ¿Cómo empezar con ánimos renovados, con esperanza y entusiasmo?, el examen sincero, la reflexión profunda, pero sobre todo, la capacidad para reconocer los errores cometidos hará posible que podamos encontrar nuevas estrategias para el logro de las metas que aún tenemos pendientes.

El abrir un espacio de tiempo  y detenernos con calma para voltear hacia atrás, nos permite también evaluar los logros, para verificar de acuerdo con los propósitos del pasado año, si pudimos, si supimos o si quisimos ser perseverantes; habrá que analizar cómo decidimos enfrentar cada uno de los problemas que se nos presentaron.

El 2014 nos brinda la oportunidad de un nuevo intento, se convierte en un reto más y tiene que ser como una nueva aventura que hay que emprenderla con ánimo y optimismo, pero sobre todo con esperanza y con la seguridad de que muchas cosas buenas nos esperan.

Todas estas acciones se enriquecen al sentarnos a la mesa con el acompañamiento y la solidaridad de la familia, es entonces cuando los abrazos de felicitación pueden llegar incluso a limar asperezas, surge también el pretexto que a veces, tercamente, se necesita para reiniciar una conversación que llevaba tiempo silenciosa y causando daños. A las doce horas del 31 de diciembre, el llanto que denota tristeza, las risas de alegría y los buenos deseos son el mejor bálsamo para la reconciliación y el acercamiento, para la paz y el amor.

No debemos olvidar que esa noche  en México y en el mundo entero muchas personas estarán solas, necesitadas y enfermas, padeciendo dolor, angustia y desesperación, también estamos ciertos que en estos casos las palabras no sirven de consuelo, por ello, apartémonos un momento de nuestro festejo y encendamos una vela por todos y cada uno de quienes sufren una pena o un  desamparo. Que haya una luz que nos recuerde que hay alguien que en verdad la está pasando mal.

Y al final, no nos quedemos con las ganas de abrazarnos, de llorar, de extrañar a los que nos faltan, de gritar que nos queremos, no nos quedemos con las ganas de que nos crezca el corazón, porque de pronto sentimos que nos queda pequeño… Muchas felicidades a los amables lectores, que la ilusión de este comienzo del nuevo año la vivan como una realidad plena, regalémonos la posibilidad de soñar y vibrar con los caminos inagotables que existen en el alma de cada uno de nosotros.

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