NUEVOS
ALCALDES
Arq.
Abel Colorado Sáinz.
Iniciamos el 2014 con nuevas
administraciones municipales en Veracruz, a la mayoría de los ciudadanos nos
cuesta trabajo creer que ahora si las cosas van a cambiar para bien, motivos no
nos faltan, sin embargo, debemos hacer un esfuerzo y pensar de manera positiva,
creo que es saludable y conveniente que otorguemos el beneficio de la duda a
quienes a partir del primero de enero estarán
como responsables de cada uno de los ayuntamientos.
Pensemos que no es fácil la
labor de un presidente municipal, en principio, llega con un marcado desgaste
emocional y económico como consecuencia de meses de campaña, proceso de
elección, preparación y organización de equipo; sabe y tiene claro que tiene
que luchar contra la falta de credibilidad de mucha gente. Tendrá que abandonar o destinar menos tiempo a
su oficio, quehacer o profesión, su negocio tendrá la amenaza de venirse abajo
por la inminente desatención, se verá precisado a implementar cambios
sustanciales en sus actividades familiares porque la esposa hace a un lado las labores
del hogar y se desatiende el trato diario con los hijos, se modifican en gran
medida sus hábitos y horarios de alimentación, paseos y descanso, pierde además
una parte importante de su privacidad habitual, seguramente dormirá poco y mal,
va a padecer trastornos de la garganta pues no dejará de hablar en todo el día,
de tantas preocupaciones ni cuenta se va a dar cuando el cabello se le empiece
a caer o se le llene completamente de canas, dejará de frecuentar y ser
frecuentado por sus verdaderos amigos, ahora quienes lo busquen lo harán por
interés, para reclamarle o para exigirle que
resuelva problemas que ni siquiera están a su alcance. Si no tomaba
licor, lo hará obligado por los constantes compromisos sociales y políticos. Aun
siendo gordo, viejo o feo, su nueva investidura lo convierte automáticamente en
un prospecto para el romance fácil, situación que ha servido de prototipo para
muchos ex alcaldes que se han hecho de
nuevas familias.
En fin, como vemos, tiene su
lado complicado, el presidente otra vez vuelve a ser candidato, pero ahora a un
infarto o a cualquier otra enfermedad derivada del exceso de trabajo, desvelos,
presiones, enojos, gritos, reclamos, amenazas, insultos, traiciones, rumores y
sobre todo chismes. Realmente es para reflexionar el trabajo de un alcalde,
porque al final, cuando entregan la administración municipal, los pocos que
fueron atendidos y beneficiados les aplauden y les echan porras, y los muchos
que faltaron de atender no los bajan de corruptos y rateros, algunos terminan
sus cargos enfermos, avejentados y con la familia partida en dos; otros, los
menos, gozando de cabal salud vuelven a su trabajo cotidiano o deciden prepararse
para saltar, con la bendición de arriba, a un nuevo cargo político.
Pero eso sí, ninguno de
ellos sale pobre, les aparecen casas
nuevas, condominios en la playa, terrenos, ranchos, más y mejores autos, concesiones
de taxis, negocios productivos, ropa de marca y chequeras gordas. Atrás quedan los elogios, los aduladores se
retiran, se apagan los reflectores, se deja de oír la frase: “Si señor lo que
usted diga”, y regresan al punto inicial para tratar de vivir otra vez como
cualquier ciudadano común y esperar pacientemente a que la historia los juzgue.
La sociedad, interesada hoy
más que nunca en el progreso de su pueblo, debe mantenerse atenta y vigilante
para que las cosas se hagan como debe ser y para que al presidente pues también
le vaya bien y termine su mandato con las cuentas claras, contento, sano y en
armonía con los ciudadanos. Así de fácil pero así de difícil.

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