Había juegos que en verdad ponían a prueba nuestra habilidad manual y nuestra imaginación. Quien no recuerda el “Yo-yo”, con la suerte del perrito, el columpio, la vuelta al mundo o el antifaz, el “Balero” y sus capiruchos, las “Canicas”, con sus “chiras pelas”, el famoso “Burro castigado”, que era una delicia ir brincando e ir cantando la letanía hasta echar a correr; también el “Trompo”, para el cual era necesario destreza y habilidad, ya que se podía bailar en la mano, se dormía o se arrojaba sobre las monedas dentro del círculo. Otros juegos eran: “Doña Blanca”, “Pares y nones”, la “Rayuela”, los “Retachitos”, las “Carreteritas” sobre la calle, el “Burro Ciego”.
Recuerdo juegos en los que participaban niños y niñas, como los “Encantados”, las “Escondidas”, “Brincar la cuerda”, el “Cinturón escondido”, la “Comidita”, la “Botella”, el “Avión”, aquí se hacía a un lado el afán de competencia, se reforzaba el compañerismo y se tomaba más como una actividad integradora.
También había juegos que eran exclusivos de los niños “duros” y “traviesos”, como los “Ligazos”, el “Charpe” o resortera, los “Quemados”, los “Cuartos”, las “Cervatanas”, el “Rey de Piedra”, los “Caballazos”. Todavía hoy vemos algunas bardas, casas viejas, calles, parques y barrios que mantienen impregnados muchísimos recuerdos de aquella hermosa infancia rodeada de amigos entrañables.
¿Qué pasó?... El avance de la tecnología, los cambios de mentalidad, la influencia de la televisión y los nexos de la dependencia nos intoxicaron de desencanto y poco a poco fuimos prescindiendo del esparcimiento “primitivo” para lanzarnos a la conquista de las máquinas y los héroes ficticios del extranjero. Sin embargo, a veces es conveniente que la modernidad dé un vistazo en el ayer. Recordemos con pasión las intrincadas normas o reglas de cada uno de estos juegos de nuestra infancia y no dejemos que se pierda esta valiosa e insustituible tradición. Contemos a nuestros hijos como jugamos de niños, digámosles que esos niños crecieron y se volvieron hombres... y que no se nos olvida que las hadas también nos hicieron soñar.
Estimado lector, cuando le pregunten acerca de estos juegos infantiles, no se apene, recuérdelos y lúzcase enseñándolos a las nuevas generaciones.
Abel Colorado Sainz
acolsa@hotmail.com
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