martes, 26 de noviembre de 2013

Los Niños de Ayer

       A propósito de la celebración del día del Niño, vienen a mi mente todos aquellos juegos que en el pasado rodearon nuestra niñez, me tocó la suerte de conocer y practicar una serie de diversiones que a los ojos de los niños de hoy con sus juguetes computarizados bien podrían pasar por extraños cultos a lo incomprensible. Había algo mágico en el entretenimiento sencillo y rústico, no era necesario gastar los miles ni apretar botones, bastaba con tener una regular imaginación para que una simple cuerda, un par de monedas, el palo de la escoba, el tacón del zapato, el clavo, una piedra o la corcholata abandonaran su condición original y se transformaran en los utensilios insustituibles de la fantasía.
Había juegos que en verdad ponían a prueba nuestra habilidad manual y nuestra imaginación. Quien no recuerda el “Yo-yo”, con la suerte del perrito, el columpio, la vuelta al mundo o el antifaz, el “Balero” y sus capiruchos, las “Canicas”, con sus “chiras pelas”, el famoso “Burro castigado”, que era una delicia ir brincando e ir cantando la letanía hasta echar a correr; también el “Trompo”, para el cual era necesario destreza y habilidad, ya que se podía bailar en la mano, se dormía o se arrojaba sobre las monedas dentro del círculo. Otros juegos eran: “Doña Blanca”, “Pares y nones”, la “Rayuela”, los “Retachitos”, las “Carreteritas” sobre la calle, el “Burro Ciego”.
 

 Recuerdo juegos en los que participaban niños y niñas, como los “Encantados”, las “Escondidas”, “Brincar la cuerda”, el “Cinturón escondido”, la “Comidita”, la “Botella”, el “Avión”, aquí se hacía a un lado el afán de competencia, se reforzaba el compañerismo y se tomaba más como una actividad integradora.

 También había juegos que eran exclusivos de los niños “duros” y “traviesos”, como los “Ligazos”, el “Charpe” o resortera, los “Quemados”, los “Cuartos”, las “Cervatanas”, el “Rey de Piedra”, los “Caballazos”. Todavía hoy vemos algunas bardas, casas viejas, calles, parques y barrios que mantienen impregnados muchísimos recuerdos de aquella hermosa infancia rodeada de amigos entrañables.

 ¿Qué pasó?... El avance de la tecnología, los cambios de mentalidad, la influencia de la televisión y los nexos de la dependencia nos intoxicaron de desencanto y poco a poco fuimos prescindiendo del esparcimiento “primitivo” para lanzarnos a la conquista de las máquinas y los héroes ficticios del extranjero. Sin embargo, a veces es conveniente que la modernidad dé un vistazo en el ayer. Recordemos con pasión las intrincadas normas o reglas de cada uno de estos juegos de nuestra infancia y no dejemos que se pierda esta valiosa e insustituible tradición. Contemos a nuestros hijos como jugamos de niños, digámosles que esos niños crecieron y se volvieron hombres... y que no se nos olvida que las hadas también nos hicieron soñar.

 Estimado lector, cuando le pregunten acerca de estos juegos infantiles, no se apene, recuérdelos y lúzcase enseñándolos a las nuevas generaciones.
 
Abel Colorado Sainz

acolsa@hotmail.com

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