martes, 26 de noviembre de 2013

¡Adiós a la Escuela!


Arq. Abel Colorado Sáinz.

En el año de 1980, la Universidad Veracruzana abrió en Córdoba la Facultad de Arquitectura, era rector Roberto Bravo Garzón y ante la alta demanda de inscripción en Xalapa  se decidió desconcentrar la matrícula en dos sedes más: Poza Rica y Córdoba.

Los fundadores de la naciente escuela fuimos los arquitectos: Genaro Schettino Panzzi, Héctor Miguel Rojas Ángeles (+), Roberto Herrera Betancourt, Fernando Fco. Serna Solís, egresados de la UNAM; Rafael González Gama, Luis Fco. De la Llave Gil, Sergio Ochoa Vázquez (+), el ingeniero José Luis Oviedo Martínez, el Lic. Pedro Méndez Estévez, de la UV,  y un servidor,  también de la UNAM.

La Facultad inició sus actividades académicas en las instalaciones de la ESBAO, en un espacio reducido, con mobiliario inadecuado pero con entusiasmo y muchas ganas de trabajar;  quienes impartíamos clases no teníamos experiencia docente y menos capacitación pedagógica, sin embargo, había gente de reconocido prestigio en el campo profesional y, los más jóvenes, con enormes deseos de dar lo mejor de nosotros.

A los pocos años fue posible contar con un edifico propio, gracias al altruismo de un grupo de ciudadanos que conformó el “Patronato Cordobés de la Universidad Veracruzana”, que con una excelente organización sumó esfuerzos y generó los recursos para adquirir el terreno y edificar lo que ahora es la Facultad en el rumbo de San Francisco Toxpan. Extraordinaria labor que deberá siempre ser reconocida por la sociedad y por la propia Universidad.

A casi treinta y tres años de existencia, la facultad cuenta con un excelente nivel académico,  muchos de los arquitectos que ahora se distinguen en el campo profesional  de Córdoba y la región son egresados de sus aulas, portan con orgullo la insignia de la casa y estoy seguro que recuerdan con cariño y aprecio a quienes fuimos una parte importante de su formación.

Pero como sabemos, todo tiene un principio y un fin, de aquellos diez  fundadores hoy no queda uno en activo, Héctor y Sergio emprendieron antes el camino y los demás hemos llegado a la etapa de la jubilación, eso sí, con mucho júbilo y llevando a cuestas infinidad de cursos de actualización y capacitación, seminarios, diplomados, especialidades, maestrías y hasta doctorados, que se suman a los muchos años de experiencia de la práctica profesional… y como le decía a un amigo: “Caray, ahora que sé más me tengo que ir”, pues así es la vida. Pero ni modo de jubilarse cuando ya no se pueda caminar.

Por eso hoy decimos “Adiós a la Escuela”, no hay que olvidar que los ciclos se cumplen y que después de unos llegan otros, ahora queda la responsabilidad  de mantener el prestigio ganado a la nueva generación de profesores de nuestra querida Facultad.



 

 

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